martes, 16 de agosto de 2016

¿Aborigenes en 1599?

En 1599 habían pasado 116 años desde que Bentejuí y el faycán de Telde se lanzaran desde los riscos de Ansite, dando por acabada la conquista de Gran Canaria. Mucho se ha hablado sobre una supuesta exterminación de los aborígenes, pero lo cierto es que muchos sobrevivieron, integrándose más o menos en la nueva cultura. ¿Existía aún una conciencia de ser aborígen o descendiente de estos en 1599? Parece ser que sí, pero mayormente muy integrada en la sociedad europea, pues los nuevos pobladores de Canarias vinieron de diversas partes de la Península Ibérica, pero también de Portugal (los más), Países Bajos, Italia, Francia, Inglaterra...

Gáldar y Guía. Fotografía de Carl Normal, 1890-1900. FEDAC.
En Gáldar siguió viviendo un importante número de aborígenes canarios.


Los historiadores se han encontrado con bastantes casos de aborígenes en el siglo XVI, por ejemplo, en los Archivos Parroquiales de Gáldar. A principios del XVI se calcula que un 30% de los habitantes serían aborígenes, y hasta la mitad serían "mezclados". Muchos aborígenes estarían desubicados: canarios que no podían estar en Gran Canaria pero se quedaron en Tenerife, y viceversa. Muchos que fueron vendidos como esclavos fueron comprados y liberados por parientes y amigos, o benefactores de su pueblo, como el guanche Gaspar Fernández. Otros apelaron a los Tribunales para liberarse o a los Reyes para poder asentarse libremente.

Se documentan casos de aborígenes que dicen ser cristianos, aunque no saben oraciones básicas como el Ave María o el Padrenuestro. Aún así parece ser que la política de la Inquisición fue la de dejarlos relativamente en paz y como mucho intentar educarlos en la fé católica, única admitida como legítima en ese momento. Que algunos no supieran ni lo básico no es tan extraño, ya que a principios del XVI aún se documentan casos de guanches que no hablaban el castellano, 30 años después de darse por concluida la conquista.
La Inquisición parece haberse centrado en los conversos - que habían emigrado a Canarias huyendo de la península, en los moros - que solían haber sido capturados del norte de África, y en europeos provenientes de zonas protestantes. Los aborígenes que sí se encuentran suelen haber sido procesados por razones bastante "comunes", como amancebamiento o blasfemia.
Hay que decir que no hubo prejuicios desde el principio para casarse entre aborígenes y colonos europeos, como sí los hubo contra los moros, por ejemplo. Se los consideraba como "cristianos viejos" y como tales podían llegar a ocupar cargos eclesiásticos y de cualquier tipo.

También aparecen indígenas en documentos de tierras y similares, reflejando que llegaron a participar en los repartimientos. Se los cita como ganaderos a menudo, haciendo queso, vendiendo cabritos en Las Palmas por Navidad, etc. Muchos serían pastores humildes de cabras, ovejas o cochinos, pero no necesariamente. Un tal Gaspar Fernández, que liberó a muchos de su pueblo en Tenerife, llegó a tener miles de cabezas de ganado (muchas en arrendamiento), a tener pastores asalariados y a comprar ropas buenas y elegantes. Los parientes de Fernando Guanarteme también ocuparon posiciones destacadas en la nueva sociedad de Gran Canaria.

Integrarse de lleno en la nueva cultura solía ser lo más indicado para medrar en la nueva sociedad en la que se combinaban castellanos con portugueses, flamencos y otras nacionalidades.  En general los aborígenes no conservaron sus nombres, aunque quién sabe si los habrían usado en sus hogares. Solo un cuarto de ellos conservó algún elemento o apellido toponímico que llevara a pensar que eran naturales de las islas, como Juan de Anaga, exmencey de Anaga, asentado en Gran Canaria. El ser cristiano era indispensable, así como vestir a la europea y hablar el castellano.

Su forma de ganarse la vida e incluso ascender a clase media solía ser a través de la ganadería. Un ejemplo es Juan Grande, el que que da nombre al lugar que conocemos, aborígen nacido en 1499 y que recibió tierras de repartimiento en el barranco de Guayadeque. También pastoreaba por Arinaga, Sardina del Sur, el barranco de Tirajana, los llanos que hoy llevan su nombre y hasta la Charca de Maspalomas. Otra actividad complementaria común era la de criar abejas o recoger miel de las colonias silvestres de abejas.

Para muchos también la ganadería fue la vía a sobrevivir sin tanta integración, manteniéndose en las zonas menos accesibles de la isla. De entre los no tan lejanos encontramos datos como estos citados de la tesis de Gabriel Betancor Quintana:

"Bartolomé Benítez disponía desde 1518 de cuevas para su morada y alpendre para su ganado detrás de la vega del Gamonal. Grupos de naturales, canarios y guanches, habitaban en esta zona en las cercanías de “la ollería” pastoreando su ganado entre las dehesas de Tafira, el Gamonal y Tasautejo, Tamaraceite, Tasaute, Vega Vieja y en la de Porras. Frecuentemente bajaban al Real de Las Palmas a vender sus producciones y realizar compras. Tal como hacía Francisco de Güímar que moraba en las proximidades de las Meleguinas hasta su fallecimiento después de 1521; Francisco Betancor que vendía sus quesos en las antedichas dehesas en 1524 o Pedro Perdomo de Amobed que aprovisionaba de cabritos el real de Las Palmas para las fiestas navideñas entregando sus mercancías en la Vegueta de Porras por las navidades de 1522. Instalados en la cabecera del barranco de las Goteras y habitando entre la Atalaya y las Meleguinas este grupo de guanches solicitó en 1548 por voz de Bartolomé Benítez repartimiento de tierras para su sostenimiento, tierras que les fueron concedidas en 1554”.


Fotografía de La Atalaya de Santa Brígida, Luis Ojeda Pérez, 1890. FEDAC. La Atalaya, heredera de la tradición alfarera aborígen, era conocido como "la ollería" en el siglo XVI.


Dejando los principios de siglo XVI y acercándonos más a 1599 tenemos en la década de 1570 a un Inquisidor que afirma no poder estimar bien cuantos son descendientes de aborígenes, porque "los naturales de estas yslas descendientes dellos lo ocultan con cuidado".  
 

Y sin embargo tenemos el caso del canónigo y hombre de letras Bartolomé Cairasco de Figueroa, que negoció los acuerdos con Van der Does, cuyo padre procedía de Niza (entonces en Italia) y cuya madre era descendiente directa de palmeros.
Otro ejemplo es el Doctor Hernando Diaz de Vera, que acumulando cargos eclesiásticos pretende también ocupar el cargo de comisario en la Inquisición, en 1585. Para él se hacen averiguaciones en Tenerife, de donde procedía su familia, y 8 hombres descendientes de guanches confirman haber conocido a sus familiares y tenerlos por cristianos viejos y libres de mancha. Todos ellos tienen entre 50 y 80 años y uno de ellos es un tal Juan Gaspar, nieto del Gaspar Fernández que rescataba esclavos. En un carta a Felipe II describen al doctor Díaz de Vera como "homvre honesto y virtuoso, ayuda con su doctrina predicando, es de edad de treinta y seis años. Calificador del Santo Oficio, natural de la isla de Tenerife y sus padres naturales de la tierra, guanches, que así se llaman... de los naturales gentiles".

Bibliografía