Peines hechos tras la conquista, pero hallados en casas de época prehispánica. Museo Canario. Las Palmas de Gran Canaria. |
Corre el año 1581 y Luis Rodríguez, de Vilaflor, Tenerife, es procesado por la Inquisición por herejía. Su delito, decir ante testigos ppor dos veces que creía que los guanches de antes de la conquista, los que murieron "paganos", no estaban en el infierno. Él mismo era descendiente de indígenas y solo podemos suponer que los veía con benevolencia, aunque ya estaba integrado en la nueva sociedad y su religión católica. Finalmente dijo ser ignorante y que sabía que los que mueren sin bautismo van al infierno. Fue condenado a salir como penitente en un auto de fé y pagar una sustanciosa multa, seis ducados.
La otra historia es de 1527, una mujer, que podría ser bisabuela o abuela de alguien como el anterior hace testamento. Catalina de Guanimence, vecina de La Laguna, hace un testamento de lo más normal para la época: en qué iglesia quiere que la entierren, cuántas misas quiere por su alma, que otro "natural" de la isla le debe 50 cabras, y otro 80 cabritos, que tiene en La Laguna una casa con techo de paja,... Lo curioso es que le traducen dos "vecinos y naturales", Juan de Baute y Juan Perdomo, porque a todo ésto ella ¡"no sabe hablar castellano"!
Imágens propias. Fuente: "Textos para la Historia de Canarias", Manuel Lobo Cabrera y otros. Cabildo Insular de Gran Canaria. Las Palmas de Gran Canaria, 1994. ISBN: 84-8103-043-0